jueves, 21 de julio de 2011

Sin vueltas

Como bien sabe usted, estoy aquí para informarle la decisión que se ha tomado teniendo en cuenta lo acontecido. El dictamen no llevará más de unos minutos así que procederé, entonces, y sin más demoras, a relatarle resumidamente los puntos que se han tenido en cuenta en el análisis para llegar a esta conclusión. No es mi intención dilatarme así que ante cualquier necesidad de detenerse en alguna cuestión en particular, le pediré que se comunique luego con mi oficina y así yo le haré llegar sin retrasos, la versión extendida de lo que escuchará a continuación. Le comento esto porque usted quizás esté esperando un informe más detallado de la situación. Argumentos muy desarrollados y explicaciones desmenuzadas desde todas las aristas posibles. Estrategias, todas ellas, según mi criterio, tendientes a extender más de lo debido el acto de lectura y aumentar el nerviosismo del oyente. Tengo años de experiencia en esto. Créame cuando le digo que le hago un favor al resumirle el tema y exponérselo sin rodeos ni circunloquios.
Por otro lado, sí siento un deber confesarle que mi estilo sumamente preciso y, a veces, un tanto escueto, puede llegar a producir también cierta incomodidad. Le hago esta aclaración porque soy consciente de que, y sobre todo en este tipo de casos, muchas veces se esperan profundas justificaciones. Por eso prefiero hacerle saber de antemano que no me caracterizo por dar muchas vueltas sino más bien, todo lo contrario, me interesa ir directamente al grano y así evitar susceptibilidades y confusiones. Es una cuestión de estilo, pero también de respeto. En casos como éste, tan delicados, la persona está esperando ansiosa una respuesta transparente, saber qué es lo que se ha decidido, que le comuniquen rápidamente el dictamen que clarifica, de una vez por todas, su estado de situación. Eso debería respetarse, sobre todo evitando tanto preámbulo innecesario ¿no lo cree usted?

lunes, 18 de julio de 2011

Consulta médica XVII

-Hola doctor, ¿cómo anda?
-Hola Beroldo, muy bien, ¿usted? Pase nomás
-Gracias, muy bien también
-Me alegro, eso quiere decir que ya no siente ese dolor en la boca
-Por suerte, no
-¿Y se puso a pensar a qué puede deberse el cambio? Le pregunto porque al final no necesitó ni ir al dentista ni que yo le recetara nada
-Es cierto. Y sí, estuve reflexionando al respecto
-Me encantaría escuchar su reflexión
-Por la metamorfosis
-¿La metamorfosis? Ay, Beroldo…
-No se adelante, doctor. No es su estilo
-No, no, prosiga, yo me callo
-Hablo de la metamorfosis de los problemas, también de las ideas
-¿Cómo es eso?
-Voy a ser concreta
-Su especialidad
-Gracias, doctor
-De nada, Beroldo
-Lo que quiero expresar es lo siguiente: una situación cualquiera, un comentario al pasar, un detalle insignificante pueden convertirse, quizás sin una lógica que podamos explicar de forma consciente, en el problema de nuestras vidas. Podemos llegar a sentir, en cuestión de segundos, que lo que nos aqueja es lo más grave hasta el momento y que cambia el curso de nuestras vidas tal y como la conocíamos hasta ahí
-¡Pero qué catastrófica, Beroldo!
-Sí, se la estoy exagerando un poco, en realidad. Pero es que así tiene más fuerza la idea
-La estoy entendiendo perfectamente, igual
-Bueno, esa imagen negra que le pinté, también puede ocurrir pero de manera inversa. El problema más grande del mundo, de un momento a otro, y casi sin proponérnoslo, puede pasar a ser un detalle, dilemas insignificantes que agregaremos a nuestra lista de anécdotas para contar
-Muy interesante lo que dice, querida. Eso me lleva a pensar que este lugar acompaña esa metamorfosis de la que habla. O por lo menos, eso intento
-Totalmente, doctor. Este consultorio, mejor dicho usted es una pieza importante dentro de ese proceso de cambio. Para mí, definitivamente lo es
-Hoy me va a hacer emocionar, Beroldo. Es terrible
-Es la realidad. Y las cosas se reconocen en vida, ¿no cree?
-No podría estar más de acuerdo. ¿Y qué me dice de las ideas?
-Lo mismo, doctor. A veces, esas ideas que creemos brillantes en un momento, se desvanecen de la noche a la mañana. Bastante frustrante se siente cuando eso nos ocurre
-Sí, lo es, pero al mismo tiempo, yo creo que es un signo de avance, de aprendizaje. Usted solita mencionó el concepto metamorfosis. Lo que se produce es un cambio, no una pérdida. Si rechazamos o desplazamos la idea original es porque ya hemos elaborado una más compleja, ¿no lo cree?
-Sí, es cierto. De hecho, me gusta pensarlo de esa manera. Hay menos riesgo de caer en la frustración
-¿Le digo algo curioso, Beroldo?
-Dígame, doctor
-Hoy siento que la consulta médica me la hizo usted a mí. Me siento muy bien en este momento y hoy, particularmente, no había tenido un buen día
-Me va a hacer sonrojar, doctor. Es un halago que me diga algo así
-Yo me tomo muy en serio mi profesión médica. No sabe cuánto he aprendido de mis pacientes en todos estos años.
-No lo dudo
-Entonces, querida, y luego de este momento de reflexión, ¿quiere contarme el motivo de la consulta de hoy?
-Creo que prefiero volver otro día. Pareceré una loca, pero siento que arruinaría el ambiente, contaminaría el clima
-Bueno, Beroldo, entiendo lo que dice, pero si se siente mal o algún dolor la aqueja, debe decírmelo. Al fin y al cabo, este no deja de ser un consultorio médico y yo, como su médico clínico de cabecera, tengo la responsabilidad de atenderla si necesita algo
-Sí, lo sé, pero no se preocupe, créame cuando le digo que puedo dejar la consulta para la próxima
-Bueno, pero si necesita algo, no dude en comunicarse conmigo a la brevedad, ¿estamos de acuerdo?
-Lo estamos, doctor. Muchas gracias
-Gracias a usted, querida. La acompaño a la puerta
-Hasta la próxima, doctor
-Hasta pronto, Beroldo

jueves, 7 de julio de 2011

Consulta médica XVI

-Hola doctor
-Hola Beroldo, pase por favor, ¿cómo está?
-Muy bien, gracias, ¿Y usted?
-¿Está segura? La noto demasiado seria
-Sí, estoy bien, lo que pasa es que estaba pensado en el asunto de mi consulta de hoy
-Ah, bueno, entonces vayamos a ella sin más demoras. La escucho
-La realidad es que mientras venía para acá, me puse a pensar si no debería haberme sacado un turno con el dentista. Quizás me equivoqué al recurrir a usted esta vez
-Cuénteme qué le pasa antes de sacar conclusiones adelantadas. No sea catastrófica, Beroldo. No es su estilo
-Sí, tiene razón. Es que no quiero molestarlo con cosas que quizás tenga que consultar con otro especialista
-¿Me va a decir qué le ocurre?
-Sí, perdón, doctor, no se enoje
-Usted sabe que no me enojo, querida
-Lo que me pasa es que, de vez en cuando, me duele la boca
-¿La boca? ¿Qué parte de la boca?
-Ninguna parte en especial, doctor. Toda la boca. No es un diente ni la encía, es toda la boca
-Pero qué cosa rara, y dígame, ¿puede distinguir en qué momentos le duele?
-No podría decirle con precisión. Eso es lo que venía pensando, de hecho
-¿Le duele cuando se levanta por la mañana? Quizás duerme muy tensa.
- Pero no me pasa exactamente a la mañana. Creo que me ocurre después de momentos de gran exposición. Sí, definitivamente, por ahí viene la causa, ahora que lo pienso
-¿A qué se refiere con momentos de gran exposición?
-Cuando tengo que hablar para otras personas que me están mirando. Por ejemplo, en una clase ante un profesor, en una asamblea. El otro día fui a la reunión de consorcio de mi edificio. Ese fue otro momento de exposición
-¿Qué quiere decir con eso? ¿Acaso tiene problemas para expresarse en público?
- No, la verdad es que no. A veces me pongo un poco nerviosa pero no es algo que no pueda controlar o que no me permita hacer lo que tengo que hacer
-Y entonces, ¿por qué relaciona su dolor con esos momentos? Por lo que me cuenta, no se tensiona demasiado, y este dolor que usted tiene, yo lo relaciono con algún tipo de tensión
-Pero entonces usted está descartando que sea un dolor reflejo de otra cosa, de algo físico
-No, querida, yo hasta ahora no dije nada con respecto a eso. Simplemente estoy pensando en base a lo que usted me cuenta. Me dijo que relacionaba su dolor a los momentos de exposición, por eso yo no nombré otros posibles motivos.
-Tiene usted razón.
-¿Está pensando que en realidad es otra cosa? ¿Quiere que hagamos un chequeo médico general? Análisis de sangre y orina, radiografías, electrocardiograma…¿quiere comenzar ahora? Pase a la camilla, por favor
-No, pare doctor. Qué raro que justo usted me incentive a hacerme todos esos estudios “por las dudas”.
-Pero Beroldo, no me maree. ¿No me quiso hacer notar que yo no estaba teniendo en cuenta que su dolor puede ser síntoma reflejo de otra cuestión mayor? Por eso, le estoy proponiendo que lo estudiemos
-Sí, yo le dije eso. Pero no, creo que no es lo que necesito
-¿Me deja hacerle una pregunta?
-Por supuesto, doctor
-En esos momentos “de exposición”, como usted los llamó. ¿Usted dice todo lo que quiere decir, todo lo que piensa?
-En general, sí. Bueno, a veces, debo confesar, me trabo un poco
-¿Se traba al hablar?
-Sí, a veces me ocurre que tengo muchas cosas que quisiera decir pero no quiero bombardear al otro, entonces, hago una selección mental de lo más importante
-¿Y qué hace con las palabras que descarta por “menos importantes”?
-Las mastico
-¿Las mastica? Qué interesante, es decir, después de una charla, usted se queda masticando las palabras que no pudo pronunciar
-Sí…¿usted piensa que mi dolor tendrá que ver con eso?
-¿Qué piensa usted, querida?
-Que la consulta me ha dejado mucho para pensar.
-Creo lo mismo, Beroldo
-Hasta la próxima, doctor. Muchísimas gracias.
-Un momento, querida ¿está segura de que no quiere realizarse el chequeo médico?
-Muy gracioso, doctor. Usted sí que se divierte conmigo
-¿Qué le voy a decir? Tiene usted razón, mi querida
-Adiós, doctor, hasta pronto
-La espero pronto, adiós