Pensó tanto en aquel terrible dilema, que desaparecieron todas las soluciones. Pasó horas concentrada, buscando un sentido y una reflexión.
Su problema trascendental del día generó tal descuido, que una gota de lavandina le arruinó una remera. A la hora de la cena, la copa de vino manchó el mantel de mariposas, y un mordisco atolondrado lastimó su lengua.
Por fortuna, tantos sinsentidos le devolvieron la coherencia a sus pensamientos y sus pies a la tierra.
domingo, 22 de agosto de 2010
jueves, 19 de agosto de 2010
Cortito
Y pensar que todavía quedan algunos ingenuos que preguntan la hora los domingos de primavera.
miércoles, 18 de agosto de 2010
Camino como...
Camino como si pisara huevos
Camino como loca
Camino como en cámara lenta
Camino como si la calle estuviera en subida
Camino como si pegara saltitos
Camino como si recién me hubiese bajado de un caballo
Camino como si estuviera borracha
Camino como embarazada
Camina como si estuviera perdida
Camino como los soldados
Camino como si me doliera la panza
Camino como una bailarina de ballet
Camino como una tortuga
Camino como si me pesaran las piernas
Camino como apurada
Camino como jugando con las baldosas
Camino como loca
Camino como en cámara lenta
Camino como si la calle estuviera en subida
Camino como si pegara saltitos
Camino como si recién me hubiese bajado de un caballo
Camino como si estuviera borracha
Camino como embarazada
Camina como si estuviera perdida
Camino como los soldados
Camino como si me doliera la panza
Camino como una bailarina de ballet
Camino como una tortuga
Camino como si me pesaran las piernas
Camino como apurada
Camino como jugando con las baldosas
domingo, 15 de agosto de 2010
Prueba 1
Estuvo sentada leyendo el libro hasta que la oscuridad del atardecer comenzó a molestarle. Subió la persiana y observó durante unos minutos a las personas que caminaban por la calle. Tuvo ganas de bajar y caminar un rato pero las ansias por terminar la historia no le permitieron cambiar el plan impuesto. Dejó el libro y se sentó frente a la computadora. Ya había bajado nuevamente la persiana, y ahora la luz artificial de la lámpara, reflejaba su cabeza en la pantalla. Rió durante unos segundos, y se imaginó concentrada y escribiendo el libro. No pudo más que burlarse de sí misma y pensar que la psicóloga se haría un festín con sus pensamientos circulares. Últimamente, todo es un círculo a su alrededor. Se levanta pensando en las ideas que no concreta y se acuesta con la misma certeza. Cuando escribe un principio, ya sabe que el final será indefectiblemente un espejismo de los primeros renglones.
Si fuese menos atrevida, dejaría que las cosas decantaran solas en la oscuridad de sus archivos privados. Sin embargo, la introspección que parece mostrar su cuerpo y su voz, desaparece al abrigo de la distancia y al resguardo de la impunidad que le da compartir su debilidad con personas que, sin dudas, respetan su extraña manera de actuar.
Si fuese menos atrevida, dejaría que las cosas decantaran solas en la oscuridad de sus archivos privados. Sin embargo, la introspección que parece mostrar su cuerpo y su voz, desaparece al abrigo de la distancia y al resguardo de la impunidad que le da compartir su debilidad con personas que, sin dudas, respetan su extraña manera de actuar.
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