jueves, 25 de agosto de 2011

Consulta médica XX

-Adelante, Beroldo
-Hola doctor
-¿Cómo anda, querida?
-Bien, gracias ¿y usted?
-Bien también
-¿Se dio cuenta de que siempre repetimos el mismo ritual inicial?
-¿A qué se refiere? ¿Al saludo?
-Sí, pero no sólo al saludo. Es decir, siempre cuando uno entra a un consultorio, saluda a quien tiene en frente… Bueno, en realidad, siempre que uno entra a cualquier lugar, por respeto, saluda a quien se encuentre ahí. Yo me refiero a otra cosa, a sus gestos y movimientos, para ser más específica
-Qué interesante, ¿usted con especificaciones?
-Qué gracioso, doctor. Si no le estoy definiendo nada
-Perdone, no pude contenerme
-Me alegro de que se divierta conmigo. ¿Le explico a qué me refiero?
-Nada me interesa más en este momento. La escucho
-No sé si sigue cargándome pero pienso avanzar con la conversación, doctor, si no pierdo el hilo
-Por favor, Beroldo, no se pierda por mi culpa
-A lo que me refería con el ritual es a que siempre que me recibe y desde el momento en que lo saludo en la puerta, me hace pasar, nos sentamos, me pregunta cómo estoy y yo le pregunto a usted cómo está, sus gestos cambian
-¿Qué gestos?
-Como si se pusiera “en guardia”
-¿En guardia? pero eso suena mal, Beroldo, ¿acaso se siente atacada a preguntas?
-No, doctor, no me está entendiendo. Lo que quiero decirle es que en cuanto entro y comienzo a hablar, noto cómo usted entrecierra los ojos, se apoya contra el respaldo de su silla y reclina levemente su cabeza
-¿Usted dice que siempre hago lo mismo cada vez que la veo? Pero mire qué interesante. No me había dado cuenta
-Sí, en cuanto nos sentamos, tengo la sensación de que ya está analizando la situación, evaluando lo que le cuento. Ojo, no me malinterprete, resalto esto como una cualidad positiva de su parte. Me hace sentir que le interesa y se preocupa por lo que me pasa
-Por supuesto que me preocupo por su persona, Beroldo. Cómo no interesarse por usted
-A cuántos pacientes les dirá lo mismo
-Cada uno es único e irrepetible
-Lo sé, doctor, me dejó ese remate picando y no pude evitar decirlo
-Lo sé, Beroldo, se lo hice a propósito
-Bueno, al final me fui por las ramas y otra vez dejé en un segundo plano el motivo de mi consulta
-Pero vayamos al asunto, entonces. Aunque debo decirle que en algún momento quisiera terminar esta conversación. Me interesó mucho su observación
-Cómo no. ¿Acaso nuestros temas abren y cierran en la misma consulta?
-Maestros del suspenso, podrían llamarnos
-Qué jocoso se encuentra hoy, doctor. Me gusta su humor
-Gracias, querida. Entonces, pasemos al tema “central”
-El tema central, entre comillas, es que estuve pensando que quizás arrastro una falla en mi educación. Estoy casi convencida de que tengo dificultades en mi coordinación psicomotriz, lo que me lleva a no poder adaptarme de manera armoniosa al medio
-Ay, Beroldo… A ver, déjeme relacionar…
-Adelante
-¿Está explicándome por qué vive en cámara lenta?
-Exactamente
-Pero Beroldo, usted tiene conciencia de su esquema corporal, tiene formada una representación de su propio cuerpo y por lo tanto, de sus límites y posibilidades de acción. ¿Le parece que ese es su problema?
-Justamente, doctor, hay un temita con mis límites. A veces no puedo acelerar, la mente y el cuerpo no me lo permiten
-Y dígame una cosa
-Pregunte
-¿En comparación a quién usted piensa que vive más lento?
-No sé, doctor. ¿A todos?
-¿Me lo está preguntando a mí?
-No, es que no sé qué responderle
-Qué detalle, ¿no cree?
-Sí…
-¿Qué le parece si pausamos en este punto?
-Me parece lo más sensato. Tengo mucho en qué pensar
-Perfecto, Beroldo, la veo pronto entonces
-¿Le puedo hacer un comentario más?
-Por favor, ni tiene que pedir permiso
-El otro día me cayó mal una insulsa milanesa de soja y en ese momento pensé que sentirme mal de la panza era el colmo de la indigestión psicosomática. ¿No cree que esté empezando a hacer eso, en realidad? ¿No estaré llegando al colmo de la sugestión?
-No lo creo, Beroldo
-Bueno, si usted lo dice
-Adiós, querida. La espero pronto, no se pierda
-Gracias por todo, doctor. Adiós
-De nada, es un placer. Ah, una cosa más
-¿Sí?
-Preste atención a las fechas de caducidad de los productos



lunes, 15 de agosto de 2011

Consulta médica XIX

-Hola querida Beroldo. Pase nomás
-Hola doctor, gracias
-¿Sabe una cosa? Hace unos días me acordé mucho de usted
-¿Ah, sí? ¿Por qué?
-Por otra paciente. La señora también sufre de la corporización de una metáfora, como le pasaba a usted antes
-¿De la misma que yo sufría?
-No, a ella le afectan unos dolores de cabeza terribles y descubrí que lo que le causa ese dolor es su actitud. Nunca está quieta y siempre está enojada porque salta como leche hervida
-Sí, suele suceder
-Bueno, ¿y usted cómo se encuentra? Nos había quedado un tema pendiente, ¿no es así?
-Sí, por eso vine, pero la cuestión es que estoy invadida por otros pensamientos que no me dejan darle prioridad a lo que venía a contarle
-Continúe, la escucho
-¿Habrá ciclos para determinados pensamientos?
-¿Ciclos? ¿En qué sentido?
-Sí, ciclos. Hay determinados pensamientos que no son nuevos sino todo lo contrario y que vuelven de vez en cuando a instalarse en mi cabeza. Repiten ideas que ya sé de memoria, frases recurrentes que conozco. La cuestión es que son combativos. Sí, aunque trate de ignorarlos, siempre vuelven luego de un tiempo
-Interesante, Beroldo. ¿Y por qué los ignora?
-Ahí está la cuestión. La relación con este tipo de pensamientos es la siguiente: en algún momento sí les di reconocimiento, los escuché, los evalué, hasta que me di cuenta de que no me servían ni me hacían bien y los descarté. Pero son tan necios que vuelven y se quieren instalar, como si tuviesen ese derecho por ser “viejos conocidos”
-No me explique más, querida. A usted la aquejan los pensamientos circulares
-¿Pensamientos circulares?
-Sí, por lo que relata, son esos pensamientos tercos, pesados, que siempre repiten lo mismo
-Exactamente, y cuando intento tragármelos, ni le cuento lo que tardo en digerirlos
-Claro, querida, es que son altamente indigestos. ¿Ahora cómo anda de la panza?
-Imagínese, doctor
-Bueno, entonces, voy a recetarle unas pastillas que ayudan al proceso de digestión, pero lo más importante es que intente combatirlos de otra forma. Si se da cuenta de que no necesita las pastillas, ya sabe que prefiero que no las tome
-Sí, claro, yo también prefiero lo mismo. Entonces, voy a estar atenta a los giros
-¿A qué giros?
-Según usted, los pensamientos son circulares, eso quiere decir que pasan siempre por los mismos lugares. Cuando pasen sobre ese punto repetido, acechándome con una cuestión que ya había dado por terminada, ahí los voy a ignorar hasta que se vayan
-Es una excelente estrategia, Beroldo. Estoy segura de que así será
-Gracias doctor. Entonces, nos vemos la próxima
-Nos vemos pronto, querida. Por las dudas, no se olvide de la receta
-Adiós, doctor
-Adiós, Beroldo



martes, 2 de agosto de 2011

Consulta médica XVIII

-Hola doctor, ¿cómo está?
-Hola Beroldo, muy bien ¿y usted?
-Bien también, gracias
-La noto cansada, ¿tiene problemas para dormir nuevamente?
-No, por suerte no, pero sí estoy cansada igual. El ritmo acelerado del día a día a veces me abruma y no puedo seguirle el paso
-Sí, la entiendo, querida, a todos suele pasarnos, pero ¿es sólo eso lo que tiene?
-No es poca cosa, doctor. Por momentos siento que vivo en cámara lenta y al autoexigirme acelerar un poco, me pasa lo de hoy. Me canso terriblemente
-A ver, vayamos por partes. No entiendo esa autoexigencia suya, pero me interesaría primero saber qué es eso de vivir en cámara lenta. ¿Me lo define?
-Ese es otro temita, doctor
-¿Qué temita?
-El de las definiciones. Ya no puedo
-¿Qué cosa no puede? ¿Definirme su problema? Pero si usted es experta en ofrecerme explicaciones precisas. Ya estoy mareado, Beroldo
-Ahí está la cuestión, doctor. Eso de lo que yo me jactaba de poder hacer sin problemas, ahora ya no me satisface
-¿No le satisfacen las definiciones? Ay, Beroldo, ayúdeme que estoy totalmente perdido
-No pierda la calma, doctor, que me pongo más nerviosa yo
-No, no, tranquilicémonos y avancemos de a poco. Me comentó que siente como si viviera en cámara lenta, le pedí que me lo explicara más precisamente y resulta que ahora cree que no puede definir nada. ¿Así viene la cosa?
-Más o menos. No es que no pueda definir nada sino que ahora estoy en duda de su verdadera utilidad, es decir, pienso que usted puede entender mejor de qué le estoy hablando sin que yo le tenga que definir a fondo la cuestión
-Ah, entonces, lo que a usted le pasa es que no quiere que yo le pregunte por especificaciones, sino que pretende que yo saque mis propias conclusiones con lo que escucho
-Bueno, así suena un poco irrespetuoso de mi parte, no es que no quiera que me haga preguntas. A ver, usted es el doctor, debe hacerles a sus pacientes todas las preguntas que crea necesarias. Lo que últimamente pienso es que, a veces, las definiciones no sirven para aclarar una situación particular y que por eso, para entender el significado de algo, es necesario pensarlo en ese contexto social específico
-Interesante, Beroldo…
-Por ejemplo, doctor, defíname lo que es un juego
-¿Un juego? Pero, ¿qué tipo de juego? ¿De azar, con reglas, de competencia, de niños?
-¿Ve lo que le digo? Aunque parezca fácil, no puede darme una sola definición porque siempre dejaría afuera alguna característica. Eso es lo que me inquieta, ¿cómo hago para definirle ciertos conceptos? Usted me conoce bien, sabe que siempre estoy analizando cómo funciona el lenguaje. Bueno, ahora me topé con este obstáculo y le aseguro que bien no la estoy pasando
-Pero querida, no desespere, escúcheme un poco. Yo no puedo darle una definición exacta de lo que es un juego, en eso estamos de acuerdo, sin embargo ambos entendemos de qué se trata si alguien menciona un juego de cartas o un juego de ajedrez o un juego de niños de jardín de infantes
-Por supuesto, por eso le digo, sin definir, identificamos claramente el significado de la situación. Debo olvidarme de las definiciones, doctor
-Me hace reír, Beroldo. No se olvide de las definiciones, simplemente reposiciónelas. Conmigo puede seguir usándolas todo lo que quiera y además yo haré el ejercicio de rellenar la información que quede afuera para así entender mejor la situación
-Gracias, doctor. Siempre logra tranquilizarme. Y sin hacerme sentir una loca, aunque lo esté
-De nada, Beroldo, para eso soy su doctor. Y no está loca, querida
-Lo veo la próxima, me voy a casa a descansar
-Vaya nomás, hasta la próxima, mi querida
-Adiós, doctor