jueves, 11 de febrero de 2010

Área restringida / área liberada

El espacio personal se entiende como una especie de “espacio virtual” que rodea a las personas y que varía según cada individuo y la cultura de la que forma parte.
Hace tiempo que ella observa y analiza cómo funciona esa distancia zonal en cada una de las personas de su contexto. Ésto la ha llevado a hacer una arbitraria clasificación, que consiste en dividir a las personas en dos grandes grupos. Por supuesto, esta división no pretende ser taxativa, bien sabe que las etiquetas generalmente sólo responden a prejuicios por desconocimiento o por mentalidades obtusas. Lejos está ella de querer provocar tal imagen; el siguiente seudo-análisis es el resultados de conclusiones parciales de su mente, que la ayudan a ordenarse y comprender mejor el medio en el que vive.
Por un lado, se encuentran las personas que permiten la entrada libre, y casi invasiva, a su espacio sin demostrar ningún tipo de molestia, por lo menos desde lo observable superficialmente. No sólo permiten la intromisión de personas no cercanas sino que buscan y, por momentos pareciera que necesitaran, de esos contactos cercanos sin filtro.
En el otro grupo, aparecen aquellas personas que vigilan y sobreprotegen su espacio, a tal punto que a veces ni siquiera pueden ingresar ni los miembros más cercanos desde lo emocional y/o familiar. Ella tiene la sospecha de que, este cerramiento corporal y mental, puede ser una estrategia o mecanismo de defensa que las protegen de una supuesta “amenaza exterior”.
Si ella tuviese que etiquetarse en algún grupo, sin duda iría a parar al segundo. No siente ni orgullo ni rechazo frente a tal vana conclusión pero no puede negar que, a veces, quisiera poder romper con la rigidez y los extremos, y darse la oportunidad de encontrar un equilibrio.
Seguramente existan personas que no se identifiquen con su división y con gusto les dará toda la razón. Después de todo, su intención no es enfrascar falsamente a la realidad, sino que sólo pretende un ordenamiento temporal que le permita estudiar(se) y analizar(se) en contexto, a través de la experiencia vivida.

2 comentarios:

  1. Me incluyo en el segundo grupo, absolutamente. Aunque mido y peso poco, mi espacio virtual se extiende inmenso hacia los cuatro costados. Como un metro y medio, ponele. Y no tolero que alguien me lo toque. Las excepciones son poquísimas.
    Imaginate lo que es para mí ir a un shopping, viajar en bondi o en subte, hacer una cola...el infierno.
    Y odio visceralmente a las personas invasivas, a los habladores cercanos y a los toquetones confianzudos.

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  2. Sí, entiendo perfectamente lo que resaltás.
    Lo peor es que, a veces, uno queda como antipático y asqueroso, cuando en realidad se está violando ese espacio necesario para poder interactuar de forma cómoda.

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