Siente al monstruo sentado sobre su pecho, y la opresión que ejerce con el peso, le dificulta la respiración. Como cualquier trastorno del sueño, le causa una terrible sensación de angustia. Aún así, está segura que pronto sus movimiento corporales actuarán como defensa, provocando su despertar.
Ya en estado de vigilia, prefiere retrotraerse al siglo pasado y pensar que simplemente tiene problemas digestivos.
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